(Aviso que las fotografías que veréis a continuación son de árboles absolutamente REALES – Podéis buscar en internet su ubicación exacta)
Hay un bosque encantado, en donde los árboles-mujer cantan y bailan felices sin nadie que las moleste.
Un bosque en donde estas criaturas exponen sus bellos cuerpos al sol, y nadie las observa.
Estos seres viven en permanente éxtasis y armonía con el resto de la naturaleza
Y exhiben sus hermosos troncos sin pudor ni verguenza
Hablando de troncos, un buen día un árbol macho de un bosque vecino, pasó por allí despistado.
Iba pensando en sus cosas, dándole vueltas a sus problemas…
Hasta que de repente, en mitad de la colina, se encontró con ELLA, y quedó extasiado.
La expresión de su cara cambió por completo. -¿De donde ha salido esa belleza?-, pensó. Y rápidamente los problemas desaparecieron de su cabeza. Y se puso muy contento.
La verdad es que se puso demasiado contento.
Y no era para menos. Si miraba hacia la derecha veía cosas que nunca había visto en su vida.
Y si miraba a la izquierda, igual. ¡Esas curvas perfectas nunca las había visto en su bosque de árboles machos!
Los árboles vecinos se dieron cuenta de la situación, y empezaron a oler que iba a pasar algo…
¡Éste en concreto, lo olía muy bien!
Y, evidentemente, pasó lo que tenía que pasar. Sin mediar palabra, los dos árboles se acercaron tímidamente y empezaron a darse muestras de cariño.
Para poco a poco empezar a dar rienda suelta a su pasión.
El espectáculo iba cada vez a más. Los árboles de alrededor gritaban escandalizados, ¡nunca habían visto nada parecido!
Mientras, la pareja seguía a lo suyo como sin importarles las miradas ni comentarios. Ahora tocaba un poco de perreo…
Y así siguieron haciendo muchas cosas… ¡No podían parar, la pasión era irrefrenable!
Esa tarde, triunfó el AMOR con mayúsculas en el bosque.
Despues de diez minutos de faena, al arbol macho, de repente, le entró una especie de risa histérica…
Y al momento se apartó hacia un lado diciendo: «-¡Bueno, me voy dormir!»
El arbol-mujer quedó sorprendida, con cara de «quéeeeeeeeeee…????»
Pero prefirió no decirle nada. Muy digna ella, recogió sus cosas y se marchó en busca de alguien con un poco más de «energía».
El arbol-macho estaba avergonzado, pero profundamente enamorado… ¡qué angustia! ¡no quería dejarla escapar!
Así que empezó a andar detrás de ella. -«¡espera! ¡no te vayas! ¡nunca me había pasado! ¡le pasa a todos los hombres!» – iba repitiendo.
Pero ella sabía que no. Y así se lo hizo saber, levantando un brazo con un último gesto a modo de saludo. -«Lo siento, has perdido tu oportunidad»-